Cantaba sin parar. Ameritaba esperar a que saliera. Se acercó a la orilla de la vegetación y Carlos lo detectó porque vio un movimiento. Entre las totoras, a la sombra y no muy cerca esto fue lo mejor que se le pudo sacar. Eran dos. Uno parecía juvenil por el color amarronado del pico.
Cantaba sin parar. Ameritaba esperar a que saliera. Se acercó a la orilla de la vegetación y Carlos lo detectó porque vio un movimiento. Entre las totoras, a la sombra y no muy cerca esto fue lo mejor que se le pudo sacar. Eran dos. Uno parecía juvenil por el color amarronado del pico.