El lunes 22 casi al mediodía nos reunimos en el camino del Medio para la liberar a seis rapaces: un chimango, dos caranchos y tres caburés. A seis de los presentes les encomendaron, Simón y yo incluidos, la grata tarea de soltarlos. Entre el personal del Centro de Rescate, Andrés, Director del mismo y Manuel, entrenador, fueron los encargados de contarmos sobre las aves que se liberarían y fueron guiando a los participantes. Las aves ya habían sido anilladas.
Todos los ejemplares eran jóvenes que habían caído de nidos. Los dos caranchos eran hermanos y los tres caburés también. Cuentasn que en esta época del año aparece mucha gente con rapaces que encuentra en las plazas o parques. En general son pichones que caen de los nidos. Cuando salen de los nidos los pichones comienzan a hacer pruebas de vuelo y las plumas todavía no están enteras, pierden estabilidad y van a para al piso. Para pasar inadvertidos se quedan duros, pero no es que estén enfermos o heridos. Aconsejan no tocarlos, alejarse y esperar a que se muevan.
Como el chimango y el carancho son rapaces diurnas y el caburé es nocturna sus hábitos son distintos y se las libera de forma distinta. A las dos primeras se las echa a volar mientras que al caburé se lo suelta cerca de un árbol para que encuentre refugio enseguida. En todos los casos nos explicaron cómo agarrarlos con las manos y cómo proceder para soltarlos. No hay que expulsarlos al aire con fuerza, sino separar lentamente las manos y dejar que el ave tome vuelo. En caso de que no lo haga ahí sí ayudamos con un pequeño envión. Andrés comentó cómo pueden reaccionar las aves al ser liberadas. Puede que salga volando o que se pose en el piso muy cerca y después de un momento inicia su vuelo. También dijo que hay que estar atentos a la dirección que toma el ave. Desde nuestra posición la dirección lógica para las diurnas era hacia la costa, para el caburé un árbol cercano. Pero no todo funcionó como estaba planeado.
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